La organización ha perdido a muchos agentes intentando apoderarse de un balón de fútbol que contiene un valioso microfilm. Al parecer, fueron asesinados porque no podían disimular su aspecto de espías, todos altos, guapos e inteligentes. De modo que deciden utilizar a alguien que sea todo lo contrario: por ejemplo Jaime Bonet, el camarero que trabaja en la central de la organización.