Gianluca Sciortino es un niño en medio de la vitalidad de sus diez años. El 9 de noviembre de 1992, en Roma, Gianluca va a la escuela como cada mañana, entra a clase y de repente se siente mal. Lo acompañan a la enfermería y a los pocos minutos se desploma y entra en coma debido a la rotura de un angioma que le provocó una devastadora hemorragia cerebral. Su madre Gerarda permanece a su lado, hablándole continuamente, masajeando y ungiendo su cuerpo para protegerlo de la deshidratación, atenta a cada mínimo cambio en su condición.