Todo un invierno sin fuego
En la región suiza del Jura los inviernos pueden llegar a ser terriblemente fríos, y para Jean y Laure, que acaban de perder a su pequeña Marie en el incendio de un pajar, éste en concreto está resultando interminable. Laure oscila entre la negación de todo y las crisis de llanto; Jean, por su parte, pasa del sentimiento de culpa al deseo de olvidar. La granja, que atraviesa un mal momento, requiere toda su atención. El vínculo enfermizo que mantenía unida a la joven pareja acaba rompiéndose: Laure ingresa en un hospital y Jean, incapaz de llevar la granja, acepta un trabajo en una fundición. Allí conoce a Labinota, una refugiada kosovar cuyo marido murió en un ataque de los serbios. Es una mujer fuerte y valiente, que sabe compartir y divertirse. Gracias a ella, Jean, que ha comprendido que no puede vivir con sus penas y sus miedos, se reconcilia poco a poco con la vida. Y Laure va mejorando. Ahora que ha asumido su dolor, quisiera volver con Jean.