Cada día que pasa, Sole se siente más ajena a todo cuanto le rodea. Sus hijos (que tanta lata le daban) se han marchado de casa, apenas le quedan amigos de su edad con los que quedar y además se ha dado cuenta de que cada vez tiene menos cosas que compartir con los que están más cerca de ella, sus vecinos. Así que decide ingresar en una residencia de ancianos. Cuando Carlota, Diana y Aída se enteran, se marchan al geriátrico para intentar convencerla de que ella jamás ha sido una carga para ellos. Pero al llegar, descubren con asombro que ésta se ha convertido en una reivindicativa líder entre sus compañeros del centro. Por otra lado, Aída recibe la visita de su ex marido. Ella está segura de que él pretende reconquistarla, por eso se queda descolocada cuando se entera de que lo que en realidad quiere es invitarla a su boda con una mujer despampanante. Y, para no quedar mal delante de él, la asistenta le pide a Sergio que se haga pasar por su pareja. Por su parte, Carlota empieza a pensar que con el embarazo ha perdido atractivo para su marido, que ya ni la toca. Lo cierto es que Gonzalo anda pluriempleado y está tan agotado que por eso no le dedica demasiado tiempo a su mujer. Pero cuando Carlota recibe la muñeca hinchable del frutero en su casa, cree que el destinatario es Gonzalo y confirma su sospecha. La mujer se deprime, les explica el problema a Diana y Vero y éstas le animan para que intente seducir a Gonzalo. Así lo hace pero escucha un mensaje en el contestador de Aurora, la ex de Gonzalo, y entra en cólera creyendo que le pone los cuernos con ella.